Al estallar la primera guerra mundial, la economía rusa, que era agrícola, se hallaba estancada y el campesinado hambriento e insatisfecho.
La participación rusa en la guerra aumentó el estancamiento económico. Las destrucciones y la falta de brazos para trabajar en las cosechas afectaron la producción y aumentaron el descontento de la población que se veía amenazada por el hambre.
También se percibía una crisis política. Se desconocían los reclamos de los grupos socialistas, que exigían mejoras en la condiciones de vida.
Al comenzar 1917 la disciplina militar estaba completamente quebrada, los soldados abandonaban sus puestos de combate y formaban soviets (consejos donde las decisiones se tomaban por votación). En las ciudades las huelgas arreciaban y los obreros formaban sus propias soviets. En febrero el zar Nicolás II se vio obligado a abdicar y con él cayó la monarquía. Pero los soviets no estaban dispuestos a aceptar a las nuevas autoridades.
El líder de los bolcheviques (conocido como Lenin). Fue quien organizó la toma del poder junto a los soviéticos Lenin exigió el inmediato retiro de la guerra y la distribución de la tierra entre los campesinos.
En octubre de 1917 Lenin lanzó un exitoso golpe de contra las autoridades provisionales, que cayeron casi sin defenderse. De estas manera, los bolcheviques tomaron el poder.
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