LA CRISIS DE 1930:
Hacia fines de la década de 1920 el nivel de la producción industrial continuaba creciendo, no así el consumo de artículos duraderos, que comenzó a estancarse . Se generó una producción excesiva de mercaderías, que superaba la capacidad de compra de la población. Llegó el momento de que las empresas comenzaron a tener dificultades para vender sus productos.
En octubre de 1922, las noticias sobre el progresivo estancamiento de la economía estadounidense provocaron una estampida de inversores que querían vende sus acciones y recuperar su dinero.
La caída de la bolsa aumentó el pánico. La población dejó de comprar todos aquellos bienes que no eran imprescindibles para vivir y los que tenían deudas no pudieron hacer fuerte a sus pagos. De este modo, el crac bursátil arrastró tras de sí la quiebra de industrias, comercios y granjas. Cuando éstas entraron en crisis, retiraron masiva mente sus fondos, y muchos bancos, saturados de clientes incobrables, se vieron obligados a cerrar sus puertas.
Otro efecto importante fue la caída de los salarios, que a partir de 1929 se redujeron a la mitad. Pero la peor consecuencia de la crisis fue que millones de personas perdieron sus empleos y no volvieron a encontrar trabajo. Los sectores medios estaban en mejores condiciones de afrontar la situación, ya que podían utilizar sus ahorros. Para los obreros en cambio, la situación era más dura, porque en genera lo no tenían ahorros ni bienes de los que desprenderse.
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