Los gobiernos abandonaron el liberalismo para planificar sus economías y reorientar sus recursos hacia la producción de material bélico. El abastecimiento de los productos básicos para la población quedó reducido a lo elemental imponiéndose el racionamiento de los alimentos y de los bienes de consumo.
Para financiar la guerra, los países beligerantes recurrieron a los préstamos. Entre 1914 y 1918 los presupuestos nacionales se quintuplicaron.
La población masculina había sido incorporada a los ejércitos, en las fábricas fueron reemplazados por jóvenes y mujeres.
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